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lunes, 4 de abril de 2016

El día muere sin aviso.

El día muere sin aviso.
Los campos se han vuelto cenizas
y los pájaros han dejado de trinar.
Hoy todo es gris y sombrío.
Sangran las heridas de la piel
y me pesa el aire que respiro.
El sol ha desaparecido
entre las sombras del ocaso
sobre el horizonte.
La noche se ha vuelto a quebrar
en un crisol de luz ciega.
El cielo se estremece
con mil rayos,
que se ahogan en la mar.
Esta noche de tormenta,
rielando en mis pupilas
es presagio de una nueva aurora.
.
© José A. Socorro-Noray

La Noche parte y deja su regusto, 2011 - Paco Rossique