El rótulo de esta exposición de últimos trabajos de Paco Rossique es Un espejo demorado, pero nada nos impide pensar (en un sentido plenamente artístico, pues el espectador también crea a su manera) que bien pudiera ser el título de una composición musical estructurada en cinco movimientos (lo que su autor ha dado en llamar Elementos), máxime conociendo la importancia profesional y sentimental (importancia por así de decir, de vida) que la música en todos sus manifestaciones –en ocasiones de manera directa, y otras más propias de “el jardín de senderos que se bifurcan”- ha tenido y tiene en la producción simbólica y creativa de nuestro artista. Tanto es así, y por poner un ejemplo muy significativo y en tiempo presente, que desde 2017 es el entregado comisario del ciclo CAAMSonora, que desde esa fecha se viene realizando en el CAAM de Las Palmas de Gran Canaria con el noble fin de investigar sobre las singularidades expresivas y estéticas del arte sonoro. Así pues, Un espejo demorado es el título de la composición (en su sentido más creativo, pero también, por supuesto, como “acción de música”) que Paco Rossique nos presenta e interpreta.
Elemento 1 o Primer Movimiento: El sonido de las horas (Poco Adagio quasi andante)
Pertenece a Henri Louis Bergson, filósofo idealista de las temporalidades subjetivas del ser, la frase El tiempo es invención o no es nada en absoluto”. De ahí que en la rara y silenciosa sonoridad de este movimiento su autor haya sabido estructurar muy bien los tres elementos que conforman el armazón intelectual de esta sección: materia, tiempo y movimiento, en tanto que formas de representación de la “durèe” de Bergson, donde no hay nada fuera del conocimiento y la intuición, elementos que engendran la realidad. Por eso en este reloj que piadosamente “no marca las horas”, como bien nos dijo el bolero, los números han sido reemplazados por notas musicales en su notación anglosajona y germana, dando así la razón a Bergson de que el tiempo es puramente invención. Recordemos que, siguiendo la notación clásica alemana, el si bemol se representa por la letra B, la es una A, do se corresponde con la C y si con la H: Bach, nada menos. Y aquí, afortunadamente, no hay nada de invención en este Tiempo. Pero sí una bellísima duración interminable, infinita, casi no humana.
Elemento 2 o Segundo Movimiento: El expectante (scherzo grottesco e molto umano)
La definición que del adjetivo “expectante” nos ofrece el diccionario de la RAE se nos antoja en exceso corta y prosaica, por no decir pobre: “Que espera observando, o está a la mira de algo”. En muchas ocasiones se nos olvida, o no reparamos con la debida atención o intensidad, que toda producción artística lleva incorporado su propio “diccionario”, y que nada tiene que ver con el que habitualmente “negociamos” cuestiones lingüísticas. Por supuesto, el arte es también una lengua, o muchas a la vez, pero obedece (y desobedece) a otras jerarquías y autoridades. Las 72 polaroids que su autor nos muestra en esta sección son 72 imágenes que deben más a los universos de la literatura y el cine, o de una cierta poesía, o a los naturales a determinados sonidos concretos, aunque no escuchemos sonido alguno. Los dos diminutos personajes que con cierta dificultad contemplamos en la escena creada me recuerdan tanto a las casi microscópicas figuras humanas que vemos en los imponentes paisajes de Poussin, como a los pacientes personajes de los dramas teatrales de Samuel Beckett, y que son ciertamente, aquí sí, expectantes que viven su situación con triste y delicado humor. Como acabamos de comprobar estos dos ejemplos citados nos resuelven muchas más dudas que la definición que nos ofrece la RAE.
Elemento 3 o Tercer Movimiento: De los cien sueños (Rêveries et Passions en do menor)
Estos “Sueños y Pasiones” es el título que Hector Berlioz dio a la primera parte de su extraordinaria Sinfonía Fantástica. Sobre esta obra escribió el propio compositor: “Para interpretar adecuadamente la “Fantástica” es menester una combinación de precisión extrema, brío irresistible, una vehemencia regulada, una ternura onírica y una melancolía casi mórbida”. Con total sinceridad: es imposible que de mi autoría surja mejor definición para estas cajas (creo recordar que Paco me comentó que también eran 72, igual número que las polaroids de El expectante) que las palabras, ya digo, recién transcritas de ese genial (y muy “raro”) compositor que fue Berlioz. Agregaría, eso sí, que estos “pequeños joyeros” parece que han sido creados a cuatro manos entre André Breton y Franz Kafka, tal es la intensa representación que en tan angosto espacio –o mejor: escenario- su hacedor ha logrado poner en escena; como si, en esta ocasión, Paco Rossique fuera el director artístico no ya de una ópera de cámara, pero sí de una “ópera de bolsillo”. Como bien diría Berlioz son, en esencia, sueños y pasiones. Ilusiones oníricas de representaciones imposibles.
Elemento 4 o Cuarto Movimiento: Partituras (Allegro molto - Misterioso - Un pochettino largamente - Largamente assai - Un pochettino stretto)
La larga y exagerada descripción de las diferentes tonalidades que aparecen junto al nombre de esta sección, elemento o movimiento, pertenece a la parte final de la (para mí) bellísima 5ª Sinfonía de Sibelius, escrita durante el fragor de la primera guerra mundial, y estrenada un año después, en 1919, en plena “gripe española”. Conviene aclarar que tan extensa y variada tonalidad ha sido aquí expuesta porque me resulta de gran utilidad para intentar reflejar o comprender la oceánica inmensidad que encierra toda partitura, documento que se diría que todos conocemos su significado, cuando en realidad una partitura es imposible que tenga un solo significado, pues en ese papel pautado cabe absolutamente todo, todo lo inabarcable quiero decir. Eso es la música. Tengo la gran suerte de escribir este texto mientras contemplo una “partitura” de Paco. No sabría describirla, pero lo intento. Un tarro cristal de tamaño mediano y debajo cinco letras que forman la palabra BACH. Pues bien, toda partitura es, y por encima de cualquier otra consideración, la belleza sonora de una imposibilidad. Y las 16 partituras que aquí contemplamos son 16 músicas, y en cada una de ellas existen y cohabitan todas las bellas e italianas tonalidades que escogió Sibelius para “explicar” la parte final de su sinfonía.
Elemento 5 o 5º Movimiento: Tácet Tactus (Andante con moto)
Entre la frase latina “tácet tactus” (toque silencioso), y la expresión italiana “andante con moto” (tranquilo, pero en movimiento) se manifiestan, a modo de territorio de abierta y opaca significación, el único trabajo en vídeo (dos pantallas unidas que muestran dos trabajos diferentes) que Paco Rossique presenta en la actual muestra. Vídeos o imagen en movimiento, o cine otro, o película de artista: diferentes calificaciones y todas igualmente válidas. En la historia de la música son relativamente pocos los compositores que han escrito obras o sinfonías con cinco movimientos (Mahler sería, quizá, el ejemplo más conocido), por eso estas dos delicadas filmaciones de imagen y sonido también pueden ser vistas o entendidas como una bella coda final, casi como un exquisito resumen de ese Espejo demorado que desde diferentes prismas reflectantes, desde diferentes elementos o movimientos, su autor ha sabido muy bien desarrollar y presentar. Por eso creo que importante cederle la palabra en este final a Paco Rossique. Hablando precisamente de este trabajo de Tácet Tactus: “A mi entender hay dos tipos de música, atendiendo en una mirada superficial al ritmo: una que obedece a la cadencia rítmica de los latidos del corazón y otra que obedece a la cadencia arrítmica de los impulsos eléctricos que emiten los astrocitos, células que transmiten y regulan la información entre las neuronas”.
El artista Wade Matthews presenta la nueva acción sonora ‘Xenophonia’ para el ciclo ‘CAAMSonora online’. En esta pieza audiovisual, Matthews cuenta con la colaboración del artista visual Adam Lubroth y del cineasta Iván Puñal García.
Nacido en Francia y de padres norteamericanos, el autor ha vivido en numerosos países, por lo que se considera a sí mismo un ‘extranjero’. Esta experiencia, así como la de colegas y amigos a los que ha entrevistado, ha generado un collage en tres partes sobre el que Matthews navega con sus sonidos. La obra se plantea como una improvisación en la que la música, las voces y las imágenes entran y salen para formar un diálogo que cambia con cada actuación. Su creatividad a la hora de realizar piezas audiovisuales le ha llevado a esta colaboración que, tras más de una década en preparación, se presenta en el CAAM en forma de luz.
Wade Matthews es músico profesional desde 1977. Desde hace treinta años se dedica a la libre improvisación, colaborando con otros músicos además de improvisadores de la danza e imagen. Su música se ha presentado en diferentes museos y festivales entre los que destacan el Museum of Modern Art de Nueva York o el Reina Sofía de Madrid. Además de sus numerosas grabaciones y conciertos, Matthews es autor de libros y de ensayos en revistas.
La presente entrada reproduce en su integridad el texto incluido en el catálogo de la exposición Paco Rossique. Un espejo demorado, publicado con ocasión de esta muestra, celebrada en Madrid (Cruce Arte y Pensamiento) entre los días 15 de abril y 8 de mayo de 2021.
Los juegos del escondite de Paco Rossique
Cuatro años después de sus exposiciones individuales en Madrid (Palabras Menhires, Círculo de Bellas Artes 2016 y En los márgenes del Relato, Galería de Arte Aspa Contemporary 2017), Paco Rossique regresa a Cruce para ofrecer en Un espejo demorado una selección de tres series de trabajos, aún abiertas: Cien Sueños, El Expectante y Partituras y un complejo audiovisual con piezas sonoras de su autoría: Tácet y tactus. Cierra el conjunto un objeto intervenido en el que ofrece una sintética plasmación de la pesquisa lingüística y músico-sonora que viene desarrollando. Se trata de El Sonido de las Horas, un reloj de cocina, o tal vez de oficina, intervenido con pintura, en el que ha dispuesto sobre su esfera, y en lugar de los números de las doce horas, otros tantos caracteres alfabéticos (y simbólicos) que integran la notación musical anglosajona: A A# B C C# D D# E F F# G G# (i. e., la, la sostenido, si, do, do sostenido, re, re sostenido, mi, fa, fa sostenido, sol, sol sostenido), y que idealmente debe ser interpretado por el espectador imaginando los acordes que las manillas han de ir marcando con su transcurso.
Desde su mismo título, Un espejo demorado se constituye en una declaración de principios en torno a la reflexión y la provocación de un desajuste entre los planos perceptivos de su espectador, entre la realidad y su apreciación tanto como entre la realidad y el deseo, entre el sueño y su recreación tangible.
Por su parte, en una serie de polaroids (y, por consiguiente, de piezas fotográficas únicas), comenzada en 2017, El Expectante, que ha superado ya los tres centenares de obras, Rossique recurre a la ubicación de figuritas humanas de maquetas de trenes en el entorno del artista, en particular en su mismo taller –donde se descubren tizas, lapiceros, botes de pigmento, una cajonera, teléfonos, e incluso algunas de sus propias obras–, en su hogar o en calles que transita casi a diario. En virtud de este recurso al empequeñecimiento liliputiense, lo que provoca una monumentalización sorpresiva de lo cotidiano, y la pertinaz soledad de estas escenas, en las que sus protagonistas permanecen a la espera de un algo que llenará con su nostalgia o su esperanza cada espectador, más que a un posible eco de Juan Muñoz, nos parecen hermanas de las creaciones apocalípticas de Baltazar Torres, si bien el universo de Rossique resulte menos tremebundo y sí más humorístico, y más candoroso. Finalmente, en una serie comenzada, asimismo, en 2017, Partituras, procede al desarrollo de poemas visuales, una práctica constante en la muy dilatada y multidisciplinar producción de Rossique, en esta serie mediante la transferencia sobre planchas de madera, de formato homogéneo y cuadrangular, de collage, dibujo y escritura mediante papel carbón.
Cien Sueños, una serie emprendida en 2012, habrá de conducir a Rossique a concluir la intervención de un total de cien cajas de madera, de base ya cuadrada, ya rectangular –le restan menos de dos decenas para concluirla–, todas prácticamente idénticas, y abiertas (con la sola excepción de Cegado por la luz, cuya intervención se realiza en el exterior), que proceden a la recreación de sueños –las más de las veces–, de inspiraciones – las menos– de su autor. Cajas que se constituyen en sendas maquetas para proyectos de instalación –idealmente en salas de 4 x 4 m–, que habrán de contar con su propia ambientación sonora.
Tácet y Tactus (Él calla, palpita) es un dispositivo bicanal de vídeos breves, todos ellos con una ambientación sonora propia, y realizada por Rossique. La experiencia audiovisual de ambos canales, pegados el uno al lado (es decir, la percepción de las imágenes y de las piezas sonoras compuestas expresamente para cada uno de los vídeos) es simultánea, mas no presenta de modo doloso una sincronicidad de sus contenidos, lo que eventualmente tendría lugar en un instante preciso –y no calculado– después de muchas horas de reproducción. Rossique pretende, de ese modo, espolear en el cerebro de su espectador una experimentación marcada por la disparidad, la asincronía, la inquietud, en definitiva, frente a las experiencias perceptivas de los fenómenos artísticos, consuetudinariamente ordenadas.
En este conjunto de audiovisuales existen dos grandes grupos, aquellos que establecen un cambio cromático gracias a la intervención de una mano que parece pintar el paisaje o el entorno urbano, y aquél que recurre a dos colaboradores, Imma Febles y Ricardo Montesdeoca, quienes flirtean, bailan, se acompañan, se siguen, y quienes desaparecen o se funden, para lo que Rossique recurre a la manipulación tonal del vídeo y a la doble exposición, respectivamente.
En estos tiempos de aislamiento, de reclusión, de clausura (en su doble sentido de encierro y de fin de un ciclo), Rossique nos embarca en una aventura incómoda, con un humorismo que le resulta tan consustancial como su ternura. Un espejo en el que contemplarnos y que nos devuelve un reflejo diferido, a la espera de que el vacío se llene.
"Un espejo Demorado, reflexiones y reflejos en torno a la música".
Exposición en CRUCE, Arte y pensamiento contemporáneo.
Del 15 de abril al 8 de mayo 2021 en C/Doctor Fourquet 5, Madrid
El Arte Sonoro es una experiencia centraba en el sujeto que escucha, mientras que la música en general se ha centrado tradicionalmente mucho más en el objeto a escuchar y en el lugar en donde se escucha.
El fenómeno humano de la escucha, tan cotidiano, tan accesible y natural, aparentemente tan sencillo, representa a su vez un amplio conglomerado de numerosos planos asociativos, estéticos, poéticos, cenestésicos, socio-culturales….
En este proyecto expositivo intento profundizar en el misterio de la escucha y su relación con la imagen y la palabra. Universos propios, tan poderosos por sus capacidades de resumir y concretar.
Las palabras (sonidos conformados en códigos clave) y las imágenes (pantallas que todo lo resumen y especialmente en los sonidos conformados, “una imagen vale más que…”) se relacionan para crear y crearnos.
La escucha -murmullos, rumores, ruidos-, el sonido capturado y transformado-, el sonido surgido del vacío, lo causal aleatorio, la forma del órgano auditivo, conforman una ilusión de los sentidos que fluye sin figuraciones, de manera personal en cada observador-oyente.
Esta exposición, mediante sus diversos elementos, plantea el acercamiento al sonido mediante diferentes tipos de conductas de recepción: las figurativas, las taxonómicas, las empáticas… y exigen nuevos razonamientos de contenidos y formas. O para ceñirnos y resumir la sustancia de esta exposición: pretende un análisis de la forma y la imagen de la escucha.