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domingo, 30 de septiembre de 2012

Texto de Federico Castro


Foto: J. Domingo Nuñez

Paco Rossique: genealogía del gesto

Murales en Andalucía, mixtapes en LaBoral (Gijón), participación en bienales y ferias (Valencia, Irún y Biarritz), exposiciones (Baeza, Madrid y Málaga)… Tras meses de trabajo intenso Paco Rossique nos presenta su proceso creativo actual y un nuevo proyecto expositivo: nuevas preguntas y encrucijadas.

El artista afirma que su obra responde a una acumulación de procedimientos aleatorios. Su gestación está unida a una actitud expectante, una atención distraída que relaciona imágenes y episodios vividos con el rumor que brota de todos los silencios. Incluso cuando lee, escucha o compone música, las alertas se disparan y los códigos que se esconden tras los gestos y emociones se revelan. Esta pulsión expresiva, asociada a un incesante cuestionamiento del mundo, le guía constantemente a plantear(se) preguntas y a encriptar en su obra pistas que nos sugieren las respuestas que hemos de encontrar.

Sus imágenes totémicas, carentes de sombras, expresan preocupaciones existenciales; la silueta da paso al contorno y éste se transforma en icono permanente, como los refranes y otras manifestaciones de la inercia del relato de nuestras vidas y de las existencias que, antes que nosotros, tornaron ya lo espontáneo, lo imprevisible, el gesto… en impostura y convención. En el título, en los nombres, la palabra tiene un peso que intenta neutralizar perturbando la relación entre imagen y realidad para dejar espacio a las asociaciones emocionales, a reacciones intelectuales únicas y personales. Rossique guía al espectador y le sitúa en las antesalas donde se acarician los sonidos latentes en el vacío.

Aforismos, juego(s) con el (los) lenguaje(s), series, agrupaciones y constelaciones pretenden la pérdida de identidad individual de la obra en la exposición: una intervención en el espacio reinterpretado desde la palabra, la imagen y el sonido. Y, sin embargo, una pieza se impone sobre todas las demás: ese talismán con capacidad de desnudar al artista ante si mismo y de desvelarlo ante todos, en esta ocasión es Los tres ojos. Rossique nos invita a cerrar alternativamente uno de ellos y hacer prácticas de visión binocular(?) No, sus obras son para leer, oír y mirar, y aunque sigue llamándolas cuadros, constituyen un registro multisensorial en el que la irrupción del sonido le permite subvertir los límites de la expresión plástica y literaria. La música no ilustra un texto, ni acompaña a la imagen; se trata de un elemento liberador que le permite narrar renunciando al guión, a favor de otra emoción desde la que se reafirma en su convicción de no necesitar destruir el pasado porque éste ya se fue.

Rossique nos propone la recepción sinestésica de pulsiones vitales, gestos y emociones: nos sumerge en una obra abierta, reflexiva, que confirma la creación como acción construida, rearmada, a partir de los fragmentos de otras existencias rotas; un espacio de tránsito, sombras de la sombra, como nuestras propias vidas.

Federico Castro Morales
Universidad Carlos III de Madrid